La eficacia de las políticas públicas se han venido midiendo tradicionalmente en función de indicadores sociales y económicos. Algunos autores han propuestola relación entre la medida del bienestar subjetivo y eficacia de políticas públicas.
Tradicionalmente se han venido barajando los indicadores sociales (alfabetización, participación laboral, violencia criminalidad entre otros) y indicadores económicos (PIB, inflación, desempleo o renta per cápita) como predictores del grado de bienestar de una población. Sin embargo, esto no siempre es así, ya que en el caso de los indicadores sociales se manejan indicadores finitos, que pueden ser poco representativos de la sociedad a evaluar, como también puede ocurrir con los encargados de ponderarlos y estos indicadores pueden tener muy poco que ver con lo que los sujetos consideran importante para que sus vidas sean plenas, deseables, satisfactorias y gratificantes. Algo parecido parece ocurrir con los indicadores económicos, donde se asume la relación entre nivel de ingresos y bienestar como una relación lineal. Para algunos autores como Easterlin (Pincha aquí) Esto no siempre es así ya que en ocasiones altos niveles de materialismo y consumismo afectan notablemente al medio ambiente y a la salud mental de los sujetos. Incluso hoy sabemos por el mismo autor que aunque el PIB per cápita en USA se ha triplicado desde los años 60, la satisfacción por la vida permaneció invariable durante el mismo período.
La relación entre bienestar subjetivo y eficacia de políticas públicas ha suscitado el interés de diferentes autores no sólo fuera sino también en nuestro país (Pincha aquí) fue un constructo definido por Diener en 1984 (Pincha aquí) que hace referencia de hasta que punto creen y sienten que su vida es gratificante, satisfactoria y deseable. Diener categorizó el bienestar subjetivo en función de tres elementos:
Satisfacción con la vida.
Experiencias frecuentes de afectos positivos.
Ausencia de frecuentes afectos negativos.
Se trata por tanto de evaluar la coincidencia entre los ideales de vida del individuo y su coincidencia con la calidad de vida que percibe. La ventaja de esta evaluación es que permite saber cómo se siente en realidad el individuo, esto es, como responde el sujeto ante la vida que esta llevando, soslayando aspectos económicos y materiales que puede que no tengan relación con el nivel de bienestar subjetivo de las personas. Autores como Layard, Clarck y Senik (Pincha aquí) encontraron que el bienestar subjetivo correlaciona significativamente con otros indicadores deseables de bienestar social o individual. de hecho, según estos autores los sujetos que puntúan más alto en bienestar subjetivo suelen reportar mejores indicadores de salud física y mental, tener mejores y más duraderas redes de apoyo social, son más proactivos, más solidarios caritativos y cooperadores.
Podemos concluir con que la evaluación del bienestar subjetivo, por tanto podría revelar la utilidad del resto de políticas públicas para monitorear el impacto que tienen sobre el destinatario.
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