Irving Kirsch y su equipo de investigación han sido los artífices de una prometedora y provocadora línea de investigación que ha puesto en tela de juicio la eficacia de los antidepresivos y que ha revolucionado la interpretación de los resultados de la literatura científica en depresión, cuestionando seriamente los modelos de enfermedad mental y la práctica médica habitual, basada exclusivamente en la intervención farmacológica para este tipo de pacientes. (Pincha aquí)
Después de revisar 38 ensayos clínicos publicados en revistas científicas en los que se comparaba el efecto de los antidepresivos frente al placebo, encontró que los antidepresivos sólo eran un poco mejores que el placebo, sin que existieran diferencias estadísticamente significativas. A partir de ese momento, con el objeto de hacer más robusta la línea de investigación, Kirsh incluyó, gracias a la Ley de Libertad de Información que existe en Reino Unido, un total de 46 estudios que las compañías farmacéuticas no llegaban a publicar por no arrojar resultados de acuerdo con sus intereses comerciales, ya que éstos resultados mostraban que los placebos casi igual de eficaces que los antidepresivos en el tratamiento de la depresión.
El equipo de investigadores encontró también que todos los fármacos estudiados , tanto aquellos que elevaban el nivel de serotonina, con los que los disminuían, los opiáceos, los sedantes y hasta los remedios herbales eran eficaces contra la depresión.
La explicación a este hallazgo no podía ser atribuible a un efecto diferencial de la acción de los antidepresivos, sino a alguna característica compartida por todas estas sustancias empleadas. Esta característica compartida es que todos los fármacos mencionados anteriormente producen efectos secundarios como Sequedad de boca, taquicardias…lo que sirve de confirmación para el paciente de que está recibiendo un verdadero tratamiento (aunque no le cure) y no un placebo, que les hace informar de mejorías en sus síntomas de depresión. Esto significa que la mejoría en los síntomas de depresión se debe más a las expectativas del paciente sobre la eficacia del fármaco, avalada por los efectos secundarios que sufre, que a los efectos terapéuticos de fármaco.(Pincha aquí)
Para probar su teoría, comparó la eficacia de los antidepresivos con la administración de placebos activos (Placebos con efectos secundarios) que provocaran efectos parecidos a los de los antidepresivos como la sequedad de boca (para lo que administró atropina). Los resultados mostraron que no había diferencias estadísticamente significativas entre los pacientes con depresión a los que se administraron antidepresivos de aquellos a los que se les administró el placebo activo (atropina).
Los investigadores concluyeron que los antidepresivos no son más que placebos, con efectos secundarios más notables.
DIC